Reflejos





Es curioso.


Estar detrás de la cámara es una situación muy diferente. Cuando acercas el ojo al visor, encuadras y disparas, es como si estuvieses en una burbuja, desde donde puedes verlo casi todo y nadie molesta.


No hacen falta tapones ni nada por el estilo para no atender a lo que sucede alrededor.


Lo que ocurre es que a menudo siempre estás detrás de la cámara, casi nunca eres el retratado.


He tenido varias motos y a todas ellas le tengo mucho cariño.


Mi amadísima Aprilia Af1 125 Europa, casi una rareza que se llevó una inundación... y con la que aprendí que la calma es un elemento vital en la carretera, que la soledad en ocasiones es la mejor compañera y que el motor dos tiempos es... diferente.


Llegó una Suzuki GS 500 E, dura como ninguna, que soportó sin rechistar todos los kilómetros que hice con ella.


A la Yamaha FZ6 Fazer no pude demostrarle toda la ilusión que tuve al conseguirla. Fue una relación corta, pero no olvidaré su sonido peculiar con ese escape alto.


Ahora me sigue una Suzuki GSF 650 ABS K8 Bandit, la grandullona. Pesa, sí que pesa, pero me tiene encantado. Será su nombre, su estética, no sé, pero con ella salgo a reflexionar.


Ahora tengo fotos de ellas, reflejos de mi vida como motero, y espero que el número siga aumentando.

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